Maternidad y miedos

Varias veces detrás de la madre que soy encuentro a una mujer preguntándose qué es la maternidad. Durante el día, limpiando caca, conteniendo un berrinche, siendo rechazada y amada por una criatura que aún no conozco del todo pero que amo como a nadie salen preguntas que intentan encontrarle forma a mi maternidad. Sinceramente no he dado con ninguna respuesta concreta y a veces estoy tan cansada como para llegar a las raíces, pero sí he pensado que ser madre es tener miedos e ignorarlos.

 Esta idea me recuerda cuando empecé a vivir sola (22 años). Uno de mis mayores miedos era dormir sin mis padres en la misma casa porque siempre tuve pesadillas horrendas llenas de demonios, poseídos y en general escenas muy oscuras. Un par de veces vi mi cuerpo salir de sí mismo, en otra ocasión soñé la muerte del papá de mi amiga antes de que fallecería, clarito me decía “yo ya siento la tierra en mi rostro incluso antes de morir”. Murió dos semanas después y tuve tanto miedo porque sentía su presencia en mi casa. Tres meses tardé en poder dormir de nuevo y poco a poco tuve que convencerme de retomar mi vida, pero me obligué porque era muy cansado morir de sueño y cumplir con mis obligaciones. En esa misma época me daba muchísimo asco matar insectos con mis zapatos. El crujir en la suela de mis pies me erizaba y sentía escalofríos por todo el cuerpo. Mejor los sacaba con el recogedor. Ahora que soy madre me aguanto el asco, el miedo, mato sin dudar y a la primera a la criatura que más me ha seguido: el alacrán. Siempre han estado para mí y yo para ellos, se me aparecen en todas partes. Una vez fui a un curso de manejo de tarántulas y escorpiones (yo tenía aracnofobia de chiquita y decidí perderles el miedo obsesionándome con ellas).  A lo que quería llegar es que en definitiva hay una diferencia entre matar alacranes siendo soltera y ahora que soy madre: aún siento asco y miedo, pero en un segundo viene el miedo y al otro la vida de mi hijo y cómo ésta depende de mi actuar. Entonces me convierto en la samus aran mata alacranes.  

Supongo que todas las madres que estamos comprometidas con cumplir con nuestros deberes amorosamente hemos sentido esto, desde los momentos simples de la vida hasta los más tensos, violentos y horribles que podamos pasar con nuestras criaturas.

Ya no doy importancia a mis sueños ni a mis miedos. Avanzo siempre aunque tambalee. ¿Me gusta? Pues no me he puesto a pensar en ello pero tampoco hay muchas opciones cuando estoy sola en casa, con una criatura que se empeña en saltar a cualquier precipicio y en otro momento a mis brazos.

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