Hay cosas que ya no siento. Por ejemplo: un vuelo torpe dentro de mi garganta al decir adiós, el olor a muerto de todas las flores que alguna vez dejé a mi paso, la distancia
como alfiler y pie descalzo,
como brasa y rostro fresco,
como enfermedad y soledad.
Digo esto, porque tengo la voz más firme que nunca, las manos fuertes y la mirada quieta; lo veo en el espejo, a solas, cuando nado y la alberca vacía de todos
ya no me asusta ni siento que aparecerán fantasmas dentro del agua.
Veo que, sí, en efecto, hay grietas en mi amor imperfecto, pero que también las son oportunidad de universos llenos de nebulosas con olor a todo lo bonito
que me habita.