Llamada

Apretar los dientes, respirar profundo, secarte las lágrimas, contener.  Suena el celular: es mamá. Mamá, que dejó de hacer de comer, regar las plantas, cantar a tu hermanita “duerme, duerme negrito” para llamar y decirte cualquier cosa.

Apretar los dientes, relajar la voz, sacudirte un poco de tristeza, contestar a tu madre, y por teléfono decir -madre, estoy bien, claro, hace calor, ¿ustedes? Los extraño- y aquí ahogarte un poco más en la marea viva de tu sangre mientras el ventilador necio y pobre apenas mueve un poco.

¡Visítame, vuelve pronto, ve y abraza a tu abuela, cruza los montes, baila todos los días, vacía a los perritos, llena de gatitos los cántaros de agua!

Las palabras de tu madre suenan lejos y no tienen el mismo efecto que cuando traía dulces después de su jornada o cuando sabías que ella era los reyes magos pero no se lo decías porque no querías se pusiera triste.

Mamá, ¿qué no ves que los cuartos de esta casa están vacíos, que nuestros muertos y quienes más nos amaron nunca van a volver?

Sí lo sabe. Ha perdido tanto

también.

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2 comentarios en “Llamada

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